LA DIGNIDAD DE LA VIDA
Primero. Tengamos conciencia de que tenemos el derecho y el deber de escoger la manera como queremos morir.
Segundo. Consecuentes con lo anterior, procedamos a hacer nuestro testamento de vida, un documento escrito, firmado y autenticado indicando a nuestros familiares, a los médicos y a los hospitales, que, llegando a nuestra etapa terminal, sin posibilidad de recuperar nuestra salud, y de vivir con autonomía (por enfermedad o accidente), cualquiera que sea nuestra edad, desautorizamos totalmente el uso de medidas extraordinarias para mantenernos con vida: respiradores, monitores, sondas con fines alimenticios, soluciones intravenosas, peritoneales o por cualquier otra vía.
Tercero. En el mismo documento solicitamos a los médicos que como parte de su deber profesional nos ayuden a bien morir y a nuestros parientes y familiares que se respete nuestra libre desiciòn.
Cuarto. Sugerimos por fin, que los medios académicos se pronuncien con absoluta claridad sobre el derecho de los ciudadanos a que se les respete su libertad para lograr llegar al final de sus días con dignidad y sin sufrimiento y que soliciten al Congreso de la República que dicte las normas legales necesarias para proteger dicha libertad.
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